MNCT 915 – Dios vs Metas, primera parte
“Una buena cabeza y un buen corazón, son siempre una combinación formidable”
– Nelson Mandela
En general, siento que tengo una claridad real acerca de las cosas que escribo en estas misivas semanales – ciertas distinciones que he podido hacer después de una vida de trabajo dedicada a los demás, ayudándolos a tener una vida maravillosa y próspera en todos los aspectos. Por favor, consideren esta serie en particular (Dios vs Metas) más como un “trabajo en proceso” – voy a compartir algunas reflexiones que pertenecen a una de esas áreas en las que estoy todavía demasiado atrapado en mi cabeza como para hablar al respecto de manera que haga perfecto sentido, pero siento que tengo lo suficiente como para poder compartirlo e impulsar la conversación…
A finales de 1990, se me hizo evidente que había algo fundamentalmente inexacto en la forma en la que la gente pensaba acerca de los objetivos. Todo lo que había leído o me habían enseñado al respecto, sugería que las metas eran la clave absoluta para el éxito y la felicidad en la vida, que alentar la acción masiva a través de un “descontento divino” era la clave para la creación de todo lo que se pudiera desear. Y si bien para esa etapa de mi vida yo ya había alcanzado un cierto grado de éxito, parecía que en la parte de la ecuación en la que sobresalía era la del “descontento”.
En 1998 vi un documental acerca del trabajo que se realizaba con niños autistas, parte de la serie QED de la BBC2. Unos días más tarde, tomé un avión para ir al Instituto Option, en Massachusetts, con la idea de aprender más acerca de su trabajo. Para mi sorpresa, en lugar de descubrir nuevas formas de ayudar a la gente a cambiar, tuve una experiencia de paz y quietud absolutas, que además permanecieron durante un par de meses.
Una vez fuera de ese espacio, me quedó claro que tenía todo este asunto acerca de los “objetivos” mal entendido. Incluso en mi propia experiencia, la felicidad conducía al éxito mucho más a menudo de lo que el éxito conducía a la felicidad, y cuando empecé a compartir esto con mis clientes y estudiantes, empezaron a sentirse mejor consigo mismos y a lograr más de aquello que querían con mayor facilidad.
Caí en cuenta de que todos tenemos un sentido interno de deseo simple que, en las palabras de mi amiga y mentora Mandy Evans, “marca el camino” para una vida bien vivida. En oposición a la experiencia de vivir a partir de los objetivos externos, a la de vivir a partir de esta brújula interna la llamé “ruta del alma”, pues me parecía que cada paso se iba trazando diariamente y momento a momento de manera tan perfecta, que la vida comenzaba a desplegarse como dictada por algún gran diseño.
La felicidad, que había sido mi objetivo más grande durante mucho tiempo, se convirtió más en un punto de partida que en un destino, e hice mi mejor esfuerzo por abandonar el descontento como una estrategia de motivación, dedicándome a seguir mi sentido interno de voluntad hacia donde quería llevarme.
Por un lado, comencé a vivir una vida cada vez maravillosa, me mudé a Estados Unidos y empecé mi carrera como escritor; pero por otro, me seguía topando con lo que parecían pequeñas, molestas y frustrantes realidades. Mi familia no estaba muy dispuesta a vivir en los Estados Unidos cuando primero llegamos, cancelaron nuestro seguro médico cuando Nina tenía 6 meses de embarazo de nuestro tercer hijo, y a pesar de que todo el mundo me aseguraba que mi escritura era “simplemente genial”, nadie parecía querer pagarme por la oportunidad de leerme más.
Empecé a perder la fe en los impulsos internos de mi alma y volví a tratar de controlar el universo a través de la fijación de metas y la fuerza de voluntad. Afortunadamente, no era muy bueno en ello y, a pesar de mis mejores esfuerzos para crear una vida idealizada, nunca me alejé demasiado de la guía de mi propia conciencia.
Mi escritura comenzó a conseguir tracción, y en el año 2006 mi primer libro, Usted Puede Tener lo que Quiere, se convirtió en un best-seller en el Reino Unido a menos de seis semanas de su publicación y sin que yo realizara ninguna de las tácticas de marketing inteligente o estrategias de relaciones públicas que ahora se han convertido en la norma cuando la gente quiere colocar sus libros en las listas de los más leídos.
“La suerte del principiante” es un fenómeno interesante, uno que hoy en día me parece menos misterioso que entonces. Esencialmente, cuando somos nuevos en algo, tendemos a adentrarnos en ello sin demasiado en nuestras mentes. No sabemos en qué nos estamos involucrando, así que no pensamos mucho, por lo que estamos abiertos y dispuestos a escuchar las llamadas de la sabiduría interior. Y como resultado, las cosas tienden a ir mucho mejor de lo esperado.
Lo que conduce a la “caída de segundo año”, donde después de haber tenido éxito sin esfuerzo la primera vez, empezamos a pensar todo demasiado. El proceso de pensamiento típico en estas situaciones es algo más o menos así:
Wow… me fue muy bien sin ni siquiera prepararme o pensar en ello… Claramente, en esto vale la pena involucrar todos mis recursos y no sólo confiar en lo que se me ocurra en el momento. ¡Imagínate lo bien que podría irme si realmente le echo ganas!
Como entonces ya estamos atrapados en nuestras cabezas y desconectados del flujo de la sabiduría, tendemos a arruinar incluso las cosas simples. (Acuérdate de Jennifer Lawrence y cómo el año pasado tropezó camino al escenario para aceptar su Oscar, o la última vez que tú estuviste en algún escenario y casi no podías recordar tu propio nombre). Finalmente, si nos atenemos al sistema, éste se auto -corrige, nuestro cerebro se vuelve a conectar a la mente más profunda, volviendo a alinear nuestra voluntad a nuestro espíritu. Pero si nos damos por vencidos antes de tiempo y si decidimos que no estamos hechos para aquello que estamos intentando lograr, nunca llegaremos a aprovechar la curva de aprendizaje natural que, con el tiempo, convierte la tarea más compleja en algo simple.
En la reflexión de la próxima semana voy a compartirles la manera en que mi pensamiento acerca de las metas y Dios/espíritu/alma ha evolucionado desde que me topé con los tres principios y la comprensión de dentro hacia afuera, así como los detalles de nuestro nuevo programa en pequeño grupo, La Creación de lo Imposible. Pero por ahora, considera estas tres simples preguntas:
1 . ¿Qué estás intentando?
2 . ¿A qué te estás enfrentando?
3 . ¿Qué querrías si no tuvieras que sentirte infeliz por no conseguirlo?
¡Diviértete, aprende montones, y feliz exploración!
Con todo mi amor ,
Michael