MNCT 945 – No soy yo, ¡son ellos!

“El curso de la historia de la humanidad puede depender de un cambio de opinión en un individuo solitario e incluso humilde – pues es justamente en la mente y el alma solitarias del individuo que se libra, y ultimadamente se pierde o se gana, la batalla entre el bien y el mal.”

– M. Scott Peck

 

Durante una presentación acerca del impacto del estado mental en la educación como parte de la Conferencia Anual de la Comunidad Global de 3 Principios, uno de los presentadores dijo:

“El estado mental más importante en el salón de clase es el tuyo.”

Lo que me encanta de esta aseveración es que apunta a una verdad que es tan relevante en los negocios como lo es en el salón de clase, y es tan significativa en una conversación con tu pareja como en una conversación con tus hijos. Cuando estamos en un estado mental relativamente claro, abiertos a nuestra sabiduría e inspiración en el momento, tendemos a estar bien sin importar lo que esté sucediendo a nuestro alrededor; cuando estamos atrapados en el torbellino de nuestro pensamiento en el momento, temporalmente cegados a la naturaleza de nuestra experiencia personal -creada por el pensamiento- tendemos a estar mal – una vez más, sin importar lo que esté sucediendo a nuestro alrededor.

Ahora, si estás leyendo esto en un estado mental relativamente claro, lo más probable es que puedas ver esta verdad por ti mismo – después de todo, a nadie se le ocurriría que puede hacer un mejor trabajo en un juego de “Pégale la cola al burro” teniendo los ojos vendados y habiendo sido forzado a girar tres veces sobre su propio eje que si lo pudiera hacer con los ojos abiertos y sin haber girado.

Pero si lees esto estando atrapado en tu proceso de pensamiento, puede que te sientas inclinado a tomarlo de manera personal, y pienses que de alguna manera esto sugiere que las circunstancias que estás enfrentando en tu vida son enteramente culpa tuya.

De hecho, una de las respuestas que más escucho cuando le sugiero a la gente que quizá su estado mental sea un factor más significativo de lo que creen en cuanto a su percepción de una situación en particular tanto como en sus posibilidades de solucionarla es “No soy yo – ¡son ellos!”

Así que si alguna vez te has encontrado pensando que otras personas necesitan cambiar antes que tú puedas estar bien, aquí te presento unas cuantas cosas a considerar que pueden serte útiles…

1. Nuestro estado mental existe de manera independiente de las circunstancias, incluyendo el estado mental de las personas a nuestro alrededor.

Recuerdo sentirme confundido acerca de lo fuera de sincronización que mis humores parecían estar con respecto a las circunstancias. A veces me encontraba rodeado de que gente que me amaba y se preocupaba por mi y me sentía absolutamente miserable; en otras ocasiones podía encontrarme con gente que me estaba gritando y sentirme perfectamente en paz.

Esta desconexión no me empezó a hacer sentido sino hasta que empecé a ver que no hay mecanismo alguno en el mundo exterior que nos pueda “forzar” a sentir nada en nuestro mundo interior. Después de todo, si estoy viviendo el sentimiento de mi pensamiento, entonces cuando mi pensamiento cambie, mi sentimiento también cambiará. Y puesto que no sé lo que voy a estar pensando dentro de cinco minutos, ya no digamos lo que otros estarán pensando y sintiendo, la idea de que mis reacciones dependen de lo que está sucediendo a mi alrededor no hace más sentido que el pensar que si pongo un video en mi computadora con el volumen silenciado y pongo una canción en mi teléfono con el volumen alto, la música y las imágenes deben, de alguna manera, sincronizarse. (¡El hecho de que de vez en cuando parecen sincronizarse es una de esas ilusiones perceptivas de la mente que hace que la exploración de todo esto sea tan divertida!)

2. El mundo que vemos desde una mente quieta y clara no es el mismo que vemos a través de un lente distorsionado.

Una de las cosas más increíbles que he podido ver acerca de la mente humana es que trabaja más como un proyector que como una cámara. En mi TEDx talk llamada “Why aren´t we awesomer?”, ilustro esto a través de la utilización de varias ilusiones ópticas, incluida la siguiente, conocida como el “triángulo Kanizsa”:

French 945

Casi todo el que mira esta imagen puede ver claramente un triángulo invertido blanco y sólido que se sobrepone a otro triángulo equilátero delineado en negro y que conecta tres círculos negros. Pero, en un estado de conciencia más claro, podemos ver que no nada más nos estamos imaginando ambos triángulos, también nos estamos imaginando los círculos. (Personalmente, creo que se ven más como pequeños “pacmans”, pero también con frecuencia he escuchado “galletitas de la suerte” y “pays a los que le falta una rebanada”.)

De igual manera, cuando nuestro interior se logra asentar un poco más, nos puede seguir maravillando a qué grado parece que otra persona está “causando” nuestra reacción, pero nuestras posibilidades de actuar en base a esa ilusión se verán reducidas. Pueden estar enojados – pero la idea de que su enojo está provocando cualquier enojo que nosotros estemos sintiendo es tan ilusoria como el “triángulo blanco” que alucinamos cuando vemos la imagen mostrada más arriba.

3. En todo momento nos encontramos tan sólo a un pensamiento de un absoluto cambio de opinión acerca de cualquier persona o cosa en nuestra vida.

Hace poco, una amiga me estaba contando cómo pasó de ser una completa “futbolofóbica” a ser una ferviente fanática del equipo local. El amor de su esposo por el juego solía ser una causa de gran enojo para ella, una consecuencia de haber sido ignorada durante toda su infancia por los hombres de su casa cada vez que iniciaban los juegos del fin de semana.

Pero un día, en medio de una discusión por la asistencia de él a un juego más en un domingo más, ella tuvo un cambio de opinión. Se le ocurrió que su propio desagrado por el fútbol debía ser una ilusión creada por el pensamiento, tanto como lo era la pasión de su marido, así que decidió probarlo y acompañarlo al estadio. Como me lo describió fue así, “La primera vez que fui me encontré siendo bastante neutral al respecto. La siguiente vez de hecho lo disfruté un poco. Y para la tercera vez, estaba gritando a todo pulmón, igual que mi esposo.”

Cuando le pregunté cómo había hecho el cambio, no pudo contestarme. Sólo dijo “Amo a mi marido, y él ama el fútbol, así que decidí ver si podía aprender a amarlo yo también.”

Si bien este es un ejemplo un tanto inocuo, imagina que pudieras sentir este cambio de opinión acerca de tu pareja, tu familia o tu trabajo. ¿Qué pasaría si no tuvieras que permanecer atorado con respecto a la manera que tienes de ver las cosas en tu relación? ¿Qué tal que un simple desvío en tu propio estado mental y nivel de comprensión acerca del lugar en que tu experiencia inicia fuese suficiente?

Probablemente no puedas forzarte a hacerlo suceder “a voluntad” – nadie que yo conozca puede – pero ¿no sería maravilloso si el simple deseo de una relación más amorosa fuera suficiente para que empezara a darse?

¡Diviértete, aprende montones, y feliz exploración!

Michael